Guadalajara es, probablemente la provincia que mayor servicio ha hecho al desarrollo de España.
Ha albergado dos centrales nucleares. En 1965 se construyó la Central nuclear de Zorita, permaneciendo abierta hasta 2006. Tras su cierre se han redactado ya tres planes de Desarrollo y no se ha implementado ninguno. Y no existe ningún plan alternativo para el desarrollo de la comarca. En Zorita trabajaban cerca de 300 personas. Y cuando se ejecutaba una recarga de combustible en la planta acudían durante semanas entre 700 y un millar de trabajadores adicionales. Hoy con la Central cerrada, apenas queda nadie trabajando y sus familias emigraron. No se planteó un plan de reindustrialización o algún plan alternativo para el desarrollo de la comarca, tras el cierre de la Central. Simplemente se está dejando la zona morir. Solo Almonacid de Zorita ha perdió el 53% de su población desde 1950. Sayatón un 90% y Pastrana un 36% de su población, y todos con una población muy envejecida.
La central nuclear de Trillo se construyó en 1982, y sigue funcionando. Somos la única provincia de España con dos centrales nucleares, de un total de ocho en toda España. También albergamos numerosas centrales hidroeléctricas a lo largo del río Tajo.
La instalación eólica de Maranchón y Luzón, inaugurado en 2006, es el mayor complejo eólico de toda Europa. Su producción eléctrica anual equivale al consumo de 600.000 habitantes, evita la emisión de 430.000 toneladas anuales de CO2 y el consumo de 100.000 toneladas de petróleo. Su efecto depurador equivale a 30 millones de árboles. Su aportación en energía para el país y su contribución medioambiental. Por ser una energía limpia, es importantísima. Sin embargo, el bosque de aerogeneradores anula el valor del paisaje, el principal recurso natural de la comarca.
También Guadalajara alberga el mayor almacenamiento subterráneo de gas natural de España, en Yela, una pedanía de Brihuega.
En 1979 se inauguró el Trasvase Tajo Segura, por el que se envía el agua de los embalses de Entrepeñas y Buendía, inaugurados en 1956. En 1950 Buendía tenía una población de 1890 habitantes y en 2018, 417 habitantes, perdiendo el 78% de sus habitantes. Y Sacedón, el municipio que iba a ser más beneficiado, contaba en 1950 con 2565 habitantes y hoy con 1519 habitantes. Perdiendo el 41% de su población.
Al principio se regaban 49.000 has. Hoy se calculan que son más de 300.000 has. El agua ha generado en levante una gran riqueza en producciones agrarias y agroalimentarias, ha sido motor de desarrollo del turismo y la construcción, además del abastecimiento a más de dos millones de personas. El Levante, sin el agua del Tajo segura, hoy sería algo muy distinto.
El valor del agua ha sido pagado por las provincias receptoras, sin embargo, esta riqueza no ha tenido retorno en el territorio del Tajo. Los pueblos ribereños, después de ver anegadas las mejores tierras de sus vegas, no han tenido ese desarrollo prometido por el sector turístico de su Mar de Castilla.
El 90% del territorio de Guadalajara se encuentra despoblado, con un 4,3 hab. De densidad de población y el Señorío de Molina por debajo de 2 Hab/km cuadrado.
Nuestra provincia lleva décadas generando riqueza y recursos para el desarrollo del resto de España. Sin embargo, esa riqueza no ha revertido en el territorio, sus recursos no han servido para su propio desarrollo, y se ha ido empobreciendo y deshabitando. Ha sido abandonada por las administraciones que no han puesto en marcha ningún plan de desarrollo para Guadalajara. Ha sido abandonada por cuarenta años de bipartidismo. Guadalajara también merece desarrollarse con sus propios recursos endógenos, es algo de justicia. Los guadalajareños deben tener las mismas oportunidades que los habitantes del resto de España, no pedimos privilegios, ni tener más que nadie, pedimos la igualdad.
El problema de la despoblación, afecta a más de la mitad del territorio de España, es una cuestión de Estado y necesita un Pacto con el consenso de todos, para diseñar políticas transversales que atiendan todas las necesidades del territorio, de manera conjunta e integrada y que promueva la actividad económica. Ha de ser un pacto de Estado por la dimensión del territorio afectado y porque deben ser políticas planteadas a largo plazo, a una generación entera. Y que no se sufran cambios por los vaivenes de los cambios de Gobiernos.
Necesitamos estabilidad, desarrollo y tener las mismas oportunidades.
María Ángeles Rosado